La Sabiduría es la reina, la Ciencia es la esclava.

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Nube
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La Sabiduría es la reina, la Ciencia es la esclava.

#1

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7-12-47
Dice Jesús:

"Tres gritos: un solo grito. Tres épocas: una sola época. Tres voces: de ellas, dos subordinadas y la otra, suprema. Y estos tres "treses" para decirte una palabra de confortadora alegría.

Dice mi profeta al hablar en nombre de Aquel que es Manantial de Vida eterna. Agua que se derrama para la Vida a quien bebe de ella, una Vida inexhausta que elimina la Muerte, un Agua que quita la sed de lo que es mal, colma todo deseo y satisface toda búsqueda porque quien me tiene a mí, todo lo tiene: "Venid, sedientos, a las aguas y también vosotros, los que carecéis de dinero, apresuraos a comprar y a comer, venid a comprar sin dinero y sin entregar dinero a cambio, tomad y bebed vino y leche... Escuchadme atentamente... y vuestra alma se alegrará con alimentos escogidos... La palabra salida de mi boca no tornará a mí sin fruto sino que obrará todo lo que quiero..." (Isaías c. 55, v. 1, v. 2 y v. 11).

Digo Yo: "El que tenga sed, que venga a Mí y beba. Del seno de quien cree en Mí brotarán ríos de agua viva" (Jn 7, 37-38: Is 58, 11; Zc 14,8). Y Juan dice en el Apocalipsis: "Y el que tenga sed, que venga, y el que así lo desee, tome gratuitamente el agua de la vida" (Ap 22,17).

Tres gritos, tres épocas, tres voces y en el centro, entre la voz de los tiempos proféticos que repite los mensajes llegados a ella desde el seno de Dios y la voz que es eco de la Palabra eterna entre las piedras del Sanedrín, más sordas que las del Templo, Yo, Verbo y Verdad, Yo Jesús el Cristo, Yo, el Señor Hijo del Señor, el Salvador, Pontífice y Rey. Como el madero transversal de la Cruz sostenía todo el peso del Redentor, así Yo, Palabra eterna, sostengo todo el tesoro de las palabras de verdad de los profetas. También Juan es profeta y de los tiempos últimos mientras que Isaías lo era del mío. Mas siempre es profeta Juan porque ve y dice las cosas futuras. Y la Verdad, que sostiene la verdad de los profetas, no habría dejado salir de sus bocas, llenas del impulso de Dios, palabras con errores involuntarios o voluntarios ni habría avalado, al sostenerlos, el bien que el más pequeño subterfugio u orgullo, sugeridor de palabras engañosas para aparecer más grandes ante los sencillos y pequeños, hubiera pretendido hacer.

Tú ya sabes la condición primera para ser y continuar siendo "voces": Humildad, sinceridad y obediencia absoluta. Si fallan estas tres virtudes cesa el don y terminó la misión. Te hablo porque eres fiel. Te hablo porque eres humilde. Te hablo porque eres sincera. Te hablo porque eres obediente. Y te amo porque eres estas tres cosas y el humo del honor y el vino del don no te han vuelto ciega y ebria ni te han convertido en "Satanás" porque se vuelve Satanás aquel a quien el don de dios le hace orgulloso, mendaz y desobediente.

Podrán todos mentirte, mas Yo, no. Y Yo te digo: "Esas tres voces, que si se sabe ver y reconocer bien, son únicamente mi Voz que habla en el tiempo antiguo y en el nuevo, te hablan hoy para complacerte".

"Venid y comprad sin dinero. Venid a tomar vino y leche. Venid a las aguas".

El dinero, en tu caso lo tienen "esos que saben", los rabinos, esos que creen poder comprarlo todo porque saben y tienen las monedas del saber, los que, ¡oh eterna raza de los escribas y fariseos!, ponéis cerrojos a las puertas de los jardines del Rey, en donde Él se deshace en amor con sus predilectos, con los "pequeños" que allí entran con simplicidad y amor y, como vosotros no entráis porque os quedáis en el exterior del cercado contando las piedras y analizando el polvo, tampoco querríais que entrasen los demás. ¿Cuándo acabaréis de haceros a la idea de que el Señor es libre en escoger y que, de los miembros más débiles puede sacar gigantes y de vasos vacíos y ruines hacer vasos colmados de lo que es verdadera riqueza y santidad, esto es, la Sabiduría?

He dicho: el dinero lo tienen esos que creen poder comprarlo todo porque disponen de las monedas del saber, esos que querrían tener el monopolio de este saber, pero confundiendo ciencia con Sabiduría y teniendo por Reina a la esclava, cuando, en verdad, la Ciencia es la esclava y Reina de la esclava es la Sabiduría. Y así esos tales querrían impedir a los pequeños el revestirse con los tesoros, nutrirse con la miel, la leche, el vino, la manteca y apagar su sed en las aguas que proporcionan la Vida, esa Vida que es Salud, Sabiduría, gozo y paz.

Tú no cuentas con este dinero. Eres pobrecita y aun ahora que te he cubierto con mis tesoros lo eres, puesto que si tú los arrojaras de tu mente, te quedarías sin nada. De ti misma eres pobrecita; pero me tienes a Mi y Yo te digo: "Ven, bebe, compra, come y regocíjate con las viandas escogidas". Y más te digo: "Mi palabra no quedará en ti sin dar fruto". ¿Cuándo da fruto una semilla? Cuando deja de ser semilla y se hace planta, ¿no es así¿ Ciertamente así es. Te habla la Palabra y seguidamente calla, quedando tú como vacía. Te parece estar vacía, muda e ignorante. Te parece que ya no haya nada de cuanto se te dio. No, sino que estás rebosante. Eres una floresta hermosa como el Jardín de los días primeros. Todas las plantas deliciosas, todos los frutos, aromas, flores y colores se encuentran en ti. Son las semillas de mis palabras que tú las das por perdidas porque te sientes incapaz de repetir y que nunca son tan presentes como cuando, habiendo dejado de ser semillas, se convierten en arbustos. Floreces y no te percatas de ello. Fructificas, manzanar mío hermoso, mi viña, mi campo de espigas óptimas. Son muchos los que vienen a ti para saciar su hambre y, al darles de lo que en ti prospera y yo te he dado, les das a Mí.

Tú llenas de alegría a tu Jesús y Él viene a tomar descanso en su jardín... en el que se encuentra a gusto porque "ríos de agua viva" fertilizan aquel lugar. De tu corazón es de donde brotan los ríos de agua viva porque en tu corazón está Jesús. Y quien en su corazón tiene a Jesús tiene igualmente al Espíritu Santo porque donde Yo estoy allí está el Espíritu de Amor, resultándome dulce estar en donde se encuentra el Espíritu que procede del Padre y de Mí y es nuestra Esencia. Si tú no creyeses en Mí y en nuestra Esencia. Si tú no creyeses en Mí y, por tanto, no acogieses ni adorases la Palabra como lo haces. con fe segura, caridad profunda, gran humildad, limpio querer y heroico poder de obediencia, el Espíritu no te amaría ni estaría en ti. Y, sin Él, arcas vacías, arpas sin cuerdas, lámparas apagadas y fuentes disecadas son los espíritus y entendimientos de los hombres.

El antiguo profeta, el último profeta y Jesús entre el antiguo y el último, te decíamos: "Ven, bebe. Todo se te da gratuitamente por amor". En el amor es donde los que tratan de explicarse el porqué de tu destino deben buscar la clave. En el amor: en el de Dios, intachable, y en el tuyo hacia Dios, admirable. Por nada más eres la voz, la portavoz y el pequeño Juan. No dispones de otra moneda con la que comprar, pues tu moneda es el amor. El amor es el que paga: el de dios y el tuyo hacia Nosotros. Y todo se te dio de cuanto te envidian aquellos que con la abundancia de monedas de su saber no pueden comprar lo que a ti se te dio gratuitamente".

Jesús me ha dicho algo sobre San Ambrosio; mas no he podido escribirlo porque antes vino gente. Tan sólo recuerdo que dijo que también Ambrosio, si llegó a ser lo que fue, se debió a que los ríos de aguas vivas se formaron en su espíritu desde que amó y creyó en Cristo y, de soldado, llegaron a hacerle un insigne obispo, defensor de la Fe y cantor de la virginidad, "la flor de los arriates de Cristo" (esta frase la recuerdo bien por haberla dicho Jesús en elogio de la virginidad).

Tras la gente vino una... colosal crisis cardíaca. Tres horas de agonía: de las 11 a las 14... Ahora son las 17 y nada sé ya decir al respecto, pues es otro el que habla en mí, es lo que mi Médico divino me ha dicho durante la agonía. Mas eso es un tesoro que queda para mí sola. Y si algo me desagrada es por la parte de lección perdida. Con todo, al no haberla repetido el Señor, pienso que así habrá sido de su agrado el que suceda.

(Maria Valtorta - Cuadernos de 1945 a 1950 - 7-12-47)

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